miércoles, 21 de septiembre de 2016

El caminante de la sombra.


   Tan solo se oye un siseo en el silencio ahumado de este asqueroso y oscuro cuchitril. El olor a tabaco acumulado durante horas es el perfume que envuelve a los cuatro desechos que hemos venido a vanagloriarnos de nuestra mísera existencia. No hay voces, lamentos o lloros. Solo miradas perdidas en la inmensidad de un infinito desgraciado que el destino nos ha adjudicado. Somos almas vagabundas olvidadas en las sombras. La nada desechable. Escoria social de un mundo que nos considera parias prescindibles.

   Por eso hay silencio.

   Desde mi rincón al fondo del sucio local, sentado en un rajado e incómodo sofá, observo a la camarera servir copas a pozos sin fondo. No le importa lo más mínimo sus vidas, existencia o problemas pues, viendo su aspecto de ex adicta, tiene bastante con los suyos.

   Levanto la mano y señalo mi jarra vacía de cerveza para que la sombra de mujer guapa, que una vez pudo haber sido, me sirva otra. Será la tercera. No importa. Ya nada importa.

   La veo colocar la jarra con desgana bajo el grifo y dejarla allí hasta que se llena, mientras sirve otra consumición a un obeso camionero. Contemplo cómo la vacía un poco y la vuelve a llenar inclinándola para darle fuerza. La deja sobre una bandeja junto a un plato de cacahuetes que, seguro, estarán rancios. Camina hasta mi posición, deja la jarra, el plato lleno y se lleva los vacíos. Después se aleja sin haberme mirado una sola vez.

   Suenan los primeros acordes de una canción que me transporta a mi realidad. A mi verdad. Aquella que pudo haber sido y no fue por la simple razón de la ignorancia. Una lágrima asoma en mis ojos cuando Bunbury entona las primeras letras de Oración y Valdivia puntea, con su estilo, la guitarra.

   Me desgarro.

   Pierdo el tiempo pensando en lo esencial que a veces dejo pasar. ¡Cuántos instantes he ignorado ya capaces de haberme cambiado!

   Salgo de la neblina de mi mente y me veo sentado ante una imagen que permanecerá allí por siempre. Su mirada. Su sonrisa. Su voz…la misma que escucho sin cesar en mi cabeza desde tiempos inmemoriales. Los recuerdos invaden mis sentidos atacando las endebles fuerzas que me quedan. Las barreras caen cuando, aún, percibo su aroma.

   La voz de Bunbury se desliza por el denso ambiente del agujero donde estoy pasando mis últimas horas antes de volver al comienzo. Antes de que la noche comience a desmadrarse allá en las calles. Antes de que mi maldición reinicie la agonía que ha de ser mi castigo.

   “Y no hay oración capaz de decidir por mi ¡Oh señor!, no queda otra opción y jamás me vuelvo a arrepentir”

   La jarra vuelve a estar vacía. Miro a la camarera que enseguida entiende mi gesto y coloca otra en el grifo. Ahora ya no es tiempo de oraciones, pues la salvación no es para mí.

   Siempre hay una disyuntiva ante la cual siempre hay que elegir, no queda otra alternativa, rápidamente hay que decidir”

   Llega la cuarta ración de cerveza donde ahogar mis entrañas. Donde olvidar las apuestas, los caminos y los recodos elegidos. El elemento en el que desaparecer antes de que el solo de guitarra me obligue a beber de un trago lo que queda de ella. Antes de que los agónicos lamentos del final de la canción, me vacíen de sensaciones por otra noche.

   No sé quién será esta vigilia. Nunca lo sé.

   Dejo la mesa entre los inicios de otra mortecina canción de un grupo que no quiero recordar. Le tiendo un billete de veinte a la camarera y me marcho sin esperar la vuelta. Nunca lo hago.

   En la puerta del garito, situado en el rincón de una desahuciada calle, enciendo un cigarro. Camino hasta la esquina y me detengo allí. Contemplo, estudio y elijo a aquella alma que, si no lo remedia nadie, hoy me acompañará en mi camino maldito. En el castigo eterno que he de cumplir para liberar mi espíritu. En la disyuntiva que yo elegí tiempo atrás.

   Soy uno de muchos. Una sombra en la oscuridad. Y como dice el final de la canción de Héroes del silencio: “…y jamás me vuelvo a arrepentir”

   Ahora empieza la caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 
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Emilio Bueso.


Castellonense de 42 años, este autor ganador del Premio Domingo Santos de Relato (2009), del Nocte de Relato (2011), del Celsius de Novela (2012 y 2013) y del Premio Nocte de novela 2015, a los que hay que sumar media docena de premios como finalista en esos mismos certámenes, es considerado un gran escritor de género.

   Ingeniero de formación y narrador por vocación, sus historias nos trasladan a ambientes oscuros y personajes peleados con la sociedad, a un ritmo constante, decadente e hipnótico. Grandes aventuras umbrosas y terroríficas llevadas con elegancia.

   Su obra comienza en 2007 con Noche cerrada (Verbigracia), para continuar con Diástole (Salto de Página 2011), Cenital (Salto de Página 2012), Esta noche arderá el cielo (Salto de Página 2013) y Extraños Eones (Valdemar 2014), para completarse con Ahora intenta dormir (Valdemar 2015), que es una colección de los relatos del autor desde sus inicios.

   En esta toma de contacto con el autor vamos a comentar tres de sus obras que son, a la postre, las que han caído en las manos del que suscribe estas palabras y que no ha podido, aún, hacerse con las demás. El recorrido empieza con…
 
 

 
 
 

   -DIÁSTOLE (2011):

   Jerôme es un pintor caído en desgracia debido a su adicción a las drogas y al desapego que tiene para con todo y todos los que le rodean. Una noche recibirá el encargo de pintar a Iván, un misterioso caballero con un pasado turbulento y ajetreado, que iremos conociendo con el transcurrir de las sesiones de pose.

   Se iniciará entre ellos una extraña relación que creará un profundo cambio en la mentalidad de Jerôme y que le guiará, de manera irremediable, a un destino oscuro y terrorífico que jamás imaginó.

   Ambientada entre las paredes de una mansión rodeada de misterio y oscuridad, los días que el pintor acude a las sesiones se van convirtiendo en vertiginosas carreras por terminar y salir de allí.

   Sorprendido ante mi desconocimiento del autor, es la primera obra suya que cayó en mis manos, he de reconocer que la facilidad para leerla, sumada a la sensación de reserva y el ambiente enigmático del relato, hicieron de su lectura una delicia que me supo a poco.




   -CENITAL (2012):

   Destral, cansado de contemplar la decadencia de la sociedad gracias a su trabajo becado en una organización gubernamental “que no existe”, emprende una iniciativa para salvar a la humanidad de la desaparición a la que se ve arrastrada creando y construyendo una ecoaldea junto a otros desencantados de la sociedad.

   Pasado el tiempo, y cuando la gente ha visto cumplida la profecía del fin de la civilización, unos pocos sobreviven gracias a su trabajo con cultivos y ecosistemas. Aunque no todo el mundo vive en paz.

   A las puertas de la aldea de Destral llegará un día una realidad que demostrará la verdadera esencia de los seres humanos arrastrados al inicio de la historia y a luchar por vivir.

   Impresionante esta segunda toma de contacto con la narración de Emilio Bueso que, además de robarme incontables momentos de serenidad, me ha transportado a unos escenarios increíbles y a unas escenas sorprendentes en todos sus aspectos.




 
 

   -ESTA NOCHE ARDERÁ EL CIELO (2013)

   Mac es un motero que vive para las motos y que posee un taller de reparación de las mismas. Un día recibe la llamada de Perla, un antiguo amor de cuando viajaba por las carreteras del mundo, que le pide ayuda para huir de su marido.

   Sin pensarlo dos veces emprenden  una carrera que les llevará al final de la Transtaiga, una carretera larga y solitaria del norte Canadiense de más de seiscientos kilómetros y que acaba, de pronto, en un embalse abandonado.

   Allí encontrarán lo que no buscan pues contemplan el accidente de un avión, son capturados por unos contrabandistas y, a su vez, son vigilados por el horror más oscuro y sanguinario que se oculta en la noche de esos parajes.

   Escalofriante e hipnótica desde el inicio, esta tercera obra que aquí comentamos, te atrapará sin cesar hasta el final, llevándote por una cascada de sensaciones a lomo del suspense, el terror y la agonía contada con la incertidumbre de no saber que va a ocurrir a continuación.

 

   A falta de leer, y comentar, Noche cerrada, Extraños Eones y Ahora intenta dormir, no hace falta decir que si nos has leído nada de Emilio Bueso, estás tardando.

martes, 13 de septiembre de 2016

Reiniciando el viaje.

Hace ya algún tiempo, algo más de dos años, decidí dejar de adentrarme en este mundo literario por causas que no vienen al caso y hoy, tanto tiempo después de aquello y de meditarlo de manera paciente, he resuelto retomar mi afición de escribir. Así que he abierto una nueva página en solitario, pues mi anterior socio, Toluuuu, esta inmerso en demasiadas cosas y tareas como para que la vida le dé para más, aunque no os extrañe que alguna que otra vez se asome por aqui con alguna colaboración ya sea en forma de reseña o de relato. Por que si, en esta nueva andadura no solo voy a reseñar libros, cosa que me encanta, si no que en alguna que otra ocasión, dejaré algún relato de cosecha propia. Una vivencia o visión, una historia larga o un cuento mínimo, cualquier cosa que de mi cabeza salga. Seréis bienvenidos y recibidos con abrazos. En esta pequeña habitación solo hay un sofá individual algo gastado, una estantería vacía que se irá llenando con el tiempo y un amplio espacio donde dejarse llevar a mundos de otra época, universos paralelos, lugares fantásticos, terroríficos o de cualquier índole que podamos imaginar. Hay cerveza en la pequeña nevera. Comida rápida en el microondas. Sentémonos y reiniciemos el viaje. Gracias por venir.