jueves, 28 de diciembre de 2017

EL RETRATO DE DORIAN GREY. Oscar Wilde.


   Oscar Fingal O’Flaherti Wills Wilde, nació en Dublin en octubre de  1854 y su infancia está marcada desde el inicio. Fue un hijo mimado por una madre que ansiaba una niña y que popularizó en Irlanda el pseudónimo de “Speranza”, apareciendo en numerosos episodios de su vida.

   Estudia en Oxford y gana la medalla de Oro de Berkeley por su poema sobre Ravenna en 1874 para, en 1881, empeñarlo. De carácter impertinente, actitud que le crea enemigos, es influido por su viaje a Grecia con el profesor Mr. Mahaffi, que le deja ciertos regustos de rebeldía y discipulismo hacia  John Ruskin.

   Adalid de la filosofía del escepticismo también exploró el catolicismo, religión a la que se convirtió en su lecho de muerte. Conocido por su ingenio mordaz, su vestir extravagante y su gran conversación, se transformó en una gran personalidad.

   Autor de infinidad de cuentos, poemas, ensayos y obras de teatro, tan solo llegó a escribir una novela, la que nos ocupa, logrando destacar en ella el poder del arte sobre la belleza y dando fuerza a la decadencia de las cosas

                                                 EL RETRATO DE DORIAN GREY.
   La historia comienza en la primavera de 1884, en el estudio de Basilio Hallward, pintor de cierto reconocimiento de la época, en donde se nos presenta un joven aristocrático, de extraordinaria belleza, llamado Dorian Grey que intercambia una conversación con, el también presente en la sala, Lord Henry Wotton, que le cambiará para siempre.
   Sumido en la melancolía del momento iremos conociendo los entresijos de la alta sociedad londinense, mientras nuestro protagonista, sumergido sin control en una espiral de oscuridad, irá desvelando los secretos más turbios de su vida al mismo ritmo que su alma se marchita.
   Con especial atención al retrato que el pintor le hizo, viviremos la decadencia espiritual y el agotamiento físico de un alma atormentada por sus actos pasados y sus actitudes controvertidas que le llevarán a perder el favor de  gran parte de la misma clase elitista que antes le admiraba.
   Una narración bastante gris en cuanto al ambiente se refiere pues el autor, con gran maestría, nos presenta a unos personajes definidos a la perfección que recorren, cada uno a su manera, por los oscuros senderos de la sociedad victoriana tardía para mostrarnos desgarradores pensamientos y sensaciones agotadas.
   De ritmo suave, la cadencia de palabras te va sumergiendo en el fangoso existir del protagonista que, de manera pausada y, a veces, desesperante, nos llevará a un desenlace fantástico.
   Genial retrato de la sociedad londinense de finales del siglo XIX,  adornado con lo más tenebroso y cruel de la misma, para dejarnos un relato inquietante de principio a fin.

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