martes, 4 de octubre de 2016

El caminante de la sombra 2



   Cuando el amanecer comienza a dar sus primeros pasos mi alma va de regreso a su agujero. En mi cabeza se registran las imágenes de una noche más que olvidaré al dormir para, al despertar en los albores de otro ocaso, comenzar con la liturgia de cada jornada.

   Los recuerdos de esta madrugada aún no se han mezclado con los viejos, por eso todavía siento el perfume de esa chica rubia, el sabor de sus labios o percibo el erizar de sus cabellos.

   Todo comenzó al salir de aquel agujero infecto al que me veo obligado a asistir cada vigilia, como si fuera el inicio de una liturgia o ceremonia inicial con la cual mi alma oscura despierta. Caminé por la acera observando a la gente. Contemplando a las parejas felices, a las familias despreocupadas y a los individuos solitarios que, ajenos a todo lo que no fueran ellos mismos, disfrutaban de las delicias que ofrece el ambiente colorido y luminoso de la desconocida vida nocturna.

   Llegué al umbral de un local famoso; tanto, que la fila para acceder al mismo daba la vuelta a la manzana. Recorrí la hilera viendo rostros de todo tipo, decidiendo quien sería esta noche mi compañía. Mujeres bellas y hombres esbeltos, de cabellos rubios, morenos, castaños y pelirrojos. Ataviados a la moda con escasos vestidos, altos tacones, pantalones estrechos y camisas desaliñadas a conciencia. Peinados de mil maneras distintas y pensamientos alejados de cualquier problema.

   Y decidí que sería ahí.

   No recuerdo el momento exacto en el que entré en el local, lo que sí sé es que no esperé la columna de gente para hacerlo. Bajé por las escaleras en forma de caracol para llegar a un descansillo donde una oxigenada y escotada rubia guardaba los abrigos en un ropero. Seguí descendiendo hasta llegar a la entrada a la sala donde el elevado volumen de la música hacía que las personas que ya estaban allí dentro, tuvieran que hablar a gritos.

   Me abrí paso hasta una de las barras situadas en uno de los rincones de la enorme discoteca. Pedí una cerveza y caminé entre la gente. Observando. Eligiendo.

   En un momento dado me encontré frente a una zona oscura de sillones en los que ya había parejas sentadas. Me fijé en una de ellas. El subconsciente ya había elegido. Caminé hasta ellos y me senté al lado de la chica. Al principio no se percataron de mi presencia ya que la discusión que mantenían no les había distraído de mi llegada.

   No me interesaba nada en absoluto lo que estuvieran discutiendo, solo estaba allí para una cosa. De pronto el chico se levantó furioso y abofeteó a la muchacha sin miramiento. Nadie hizo nada. Nadie miró. Nadie salió en su ayuda.

   La puerta se había abierto.

   Me levanté y le arrastré por la sala hasta las escaleras. La gente se apartaba pensando que era un puerta sacando a algún liante. La muchacha corría llorando detrás de nosotros. Cuando salimos a la calle el revuelo que se originó al vernos aparecer, me permitió alejarme lo suficiente para que nadie me viera bien. Dejé al tipo tirado en el suelo inconsciente y me llevé a la joven que, una vez que le había dejado allí, le propinó dos patadas y algunos insultos.

   Paseamos agarrados de la mano durante un tiempo indefinido hasta que llegamos a un portal. “Sube”, me dijo.

   La puerta se cerró.

   Ahora camino de regreso a mi cueva con la conciencia vacía. Los recuerdos comenzarán a mezclarse con otros una vez entre en el reino de los sueños. No podré hacer nada pues, cuando el anochecer vuelva a nacer, todo volverá a empezar.

   Esta es mi caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 

   “¿QUÉ SUCEDE EN LA NOCHE?

   Desde hace algún tiempo están aconteciendo cosas raras en las madrugadas de la ciudad. Personas desaparecidas y sucesos inexplicables. Un personaje oscuro al que ninguna persona ha visto o puede describir. Una cadena de extraños desvanecimientos, todos ellos femeninos, que nadie puede resolver, incluidos los cuerpos de policía estatales, están sembrando de incertidumbre el ambiente nocturno.

   ¿Qué sucede a la caída de la tarde? Ningún responsable sabe, quiere o puede responder a este periódico acerca de este “misterio” pues, aunque parezca mentira, nadie parece encontrar una explicación razonable a la desaparición de estas mujeres.

   La persona que se esconde tras estas líneas no parará hasta hallar la verdad que quieren ocultar a la sociedad. Por que algo está ocurriendo y el silencio es la única respuesta…”

    

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