viernes, 30 de diciembre de 2016

BARTSERK DE PIETRO.


   BARTSERK DE PIETRO.

 

   Bartserk de Pietro es ingeniero informático de profesión y ha decidido embarcarse en la escritura de la mano del género fantástico gracias, sobre todo, a su experiencia como Dungeon Máster en el juego Dungeons and dragons.

   Afincado en Barcelona junto a su pareja, esta primera incursión literaria en forma de novela fantástica ha sido escrita y editada por él mismo, y publicada en AMAZON en 2016, con fotografía de Marta Muros e ilustración de Paula M. Batlle, ambas para la portada.

 

 

   EN UN LUGAR DE GARBANTIA…

 


   Sorprendente. Esa es la palabra para definir esta primera obra de, al menos para mí, este desconocido autor.

   Ambientada en un mundo fantástico que, a su vez, gira en torno a una partida de rol, seremos partícipes de una gran aventura que comienza cuando Midel, una chica con ciertos poderes y criada por dos campesinos, conoce a Elsa, una alocada ratera con rasgos élficos que la arrastra a alistarse al Gremio de los Aventureros.

   Desde ese instante y en una secuencia constante de humor, valor y peligros iremos recorriendo los rincones más insospechados descritos al detalle con un lenguaje fácil y sencillo, siempre visto a través de los ojos de sus protagonistas, que nos arrancará más de una carcajada y algún que otro sobresalto.

   Narrado en primera persona y dedicando un capítulo a cada  personaje del grupo, comprobaremos como cada uno de ellos vive la experiencia en torno a su personalidad y cómo esta se va moldeando con el paso del tiempo y los sucesos.

   Mientras, en la sombra, se desarrolla una partida de rol hilarante que no dejará de robarnos sonrisas.

   Por reflejar un pero a esta  alegre y simpática historia llena de acción, humor y alguna situación picante, decir que se echa en falta alguna corrección textual más detenida pues, sin que estas abunden, existen algunas repeticiones, o falta de, palabras en párrafos u oraciones.

   Por lo demás la recomiendo para los amantes de la aventura, la fantasía y el humor a raudales pues, en mi caso, su lectura me hizo el turno de noche muy ameno y llevadero.

 

 

sábado, 26 de noviembre de 2016

El caminante de la sombra 4.


   Hoy el bar oscuro, sucio y cochambroso donde espero a que caiga la noche del todo, está más asqueroso y abandonado de lo normal. Tan solo hay, a parte de la camarera y de mi, dos parroquianos que bien podrían pertenecer al mobiliario del local, pues siempre están aquí, ambos borrachos. La música es más oscura, más tenebrosa. Como si, de algún modo, el final de la existencia se estuviera gestionando allí y fuese a ser anunciado en poco tiempo. La única luz cae sobre un rincón del mostrador y en la escurridiza escalera que baja desde la puerta de la calle, el resto del garito permanece en penumbras alimentándose de las migajas que esos dos focos le prestan.

   Nadie habla. Solo callan y se dejan llevar al fondo de sus miedos, sin oponer resistencia, sin luchar. Vencidos y humillados. Cadáveres que se alimentan de pasado y cerveza. De soledades merecidas y de odios viscerales ante su propia existencia.

   Es la hora. He terminado mi cuarta jarra de cerveza. Dejo un billete de veinte sobre la barra, miró a la camarera y esta asiente, entendiendo que las vueltas son para ella. No hay despedidas. Salgo a la noche fría y comienzo de nuevo.

   Camino sin rumbo, como todas las noches, esperando que el destino, o el subconsciente o aquello que guía mi castigo, me muestre la compañía de esa jornada. Estoy cansado, agotado de manera inconmensurable, aunque la fuerza que me mantiene en pie me obligue a seguir y seguir sin medida o fin posible. No tengo opción.

   Me detengo, para mi extrañeza, en una esquina. “He estado aquí antes”, me digo, pero no sé cuándo. Mis recuerdos se sustentan en un cuaderno que, eso creo, escribo todas las mañanas al regresar al ¿hogar? Aparece una imagen en mi cabeza. Una mirada enrojecida decorada con verde y marrón. Unos rizos castaños que ocultan un rostro…un aroma conocido que se aleja…vuelvo a andar y me alejo de algo que sé que es importante.

 

   Con las primeras horas del alba llego a mi agujero. Me desvisto con la parsimonia de todas las veces y, cuando estoy tumbado en la cama, recuerdo el cuaderno y me obligo a escribir los sucesos de esa noche antes de que se vayan de mi cabeza. Hoy estaba disperso. Ha sido todo sucio, rápido y sin pasión. Cual vulgar fulana traté a la muchacha que, a pesar de todo, gozó del momento. Luego el ritual, frío y mecánico, fue completado sin mucha ceremonia. Una que no cruzó, aunque ella nunca sabrá a donde hubiese ido de haber conseguido superar el rito. Unas pasan, otras no. Las que sí, serán felices allá donde van. Las que no, regresan a la ignorancia cotidiana de una vida que ellas mismas desean. Ellos, en cambio, siempre encuentran la respuesta a su pregunta final. Para ellos no hay opción. La violencia se cura con violencia.

   Leo el texto de un tercer cuaderno, todos escritos con mi letra, que me muestran, una y otra vez, que todas las noches me detengo en la misma esquina a esperar a alguien, pero no a cualquier persona. La espero a ella.

   Una y otra vez mis ojos se pierden en las palabras que la describen y sé que la he visto, que la he amado y que la he tenido entre mis brazos. Que los besos que a mi mente regresan en ese momento no son simples sueños, que fueron verdad y que mi alma se desgarra por recuperarlos. Que las vidas que he vivido no serán suficientes para hacer que la olvide ni segará la pasión que mi corazón guarda para ella.

   Todas las mañanas aumento la agonía de mis quimeras al anotar en esas hojas las imágenes de una noche que sé que, al despertar de una nueva luna, se me habrán olvidado sin remedio para comenzar otra jornada de castigo más que me llevará a otro encuentro y otro ritual y otra parada en la esquina. No se puede parar la rueda que una mano empujó hacia un descenso infinito.

   Cierro el cuaderno, me tumbo y cierro los ojos. Una lágrima escapa de mis ojos y antes de que recuerde el por qué, me he dormido. Cuando despierte todo volverá a comenzar.

 

   Esta es mi caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 

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jueves, 17 de noviembre de 2016

JUAN RAMÓN BIEDMA.


   JUAN RAMÓN BIEDMA.

 
 
 


   Nace en Sevilla en 1962, estudia derecho y durante años compagina su actividad en la gestión de emergencias con la de locutor de radio, guionista, crítico musical y cinematográfico. En la actualidad colabora en diversas publicaciones y páginas web.

   Su primera novela “El manuscrito de Dios”, fue designada con la Mención Especial del Jurado en el II Premio de Novela fallado en la Semana Negra de Gijón de 2004 y finalista del Premio Memorial Silverio Cañada. Con su segunda obra “El espejo del monstruo”, inicia una serie de novelas por entregas protagonizadas por el abogado Set Santiago, que interrumpe para presentar el manuscrito que nos ocupa. Después de esta publicó “El efecto Transilvania”, en 2008,  “El humo en la botella”, en 2010, “Antirresurrección”, en 2014, “Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado”, en 2015, y “La lluvia en la mazmorra”, en 2016.

 

   EL IMÁM Y LA BRÚJULA.

 
 


   Ambientada en el Madrid y Sevilla de 1926, un profesor de historia desertor de la guerra de Marruecos, que sobrevive gracias al contrabando de tabaco, es contratado para buscar y encontrar dos películas perversas rodadas por un extraño grupo de personas catorce años antes que, junto a una tercera de reciente publicación, completan una trilogía oscura y polémica.

   Sin saberlo nuestro protagonista, Éctor Mena, se verá inmerso en una sombría y peligrosa persecución donde las personas, historias y acontecimientos se irán haciendo cada vez más inverosímiles, siniestros y sangrientos. Los testimonios de la gente, los giros de la intriga e, incluso, la propia vida privada de él, se verán transformados por la cadena de sucesos encadenados a cada pista nueva encontrada y que, para su desesperación, le llevaran en todas ellas a un callejón sin salida.

 

   Sin ser muy dado a leer novela negra, descubrir y leer esta obra me ha abierto las puertas de nuevas experiencias y sensaciones. Con una atmósfera marcada por el oculto misterio de todo lo que rodea la búsqueda de esas películas, el incesante y sibilino ambiente de las localizaciones, tanto exteriores como interiores, en su más marcada decadencia, y el suspense narrativo inculcado por el autor, hacen que sintamos el frío en nuestro interior.

   Humor lacerante, negro y, en ocasiones, ofensivo, característico del instante y del personaje que en ese momento nos ocupa en la lectura, tendremos un manojo de lo más variopinto de la sociedad de la época, no olvidemos que estamos en 1926 y los prejuicios son múltiples, con lo que en numerosas oportunidades seremos testigos de la sorpresiva ignorancia de la ciudadanía y de la clandestina actitud de los poderosos que, sabedores de su poder, transforman su imagen en desconcierto asombrados por lo que se esconde tras la noche, el horror y el ocultismo disfrazado de arte.

   Con una narración brillante, sencilla y llena de matices, viajaremos a mediados del siglo XX para adentrarnos en una época que tan solo nuestros abuelos conocieron. Aunque el retrato oscuro sea el pilar esencial de la novela, los escasos períodos de luz, dentro de la misma, se echan en falta.

 

   Vuelvo a incidir en el dato de que la novela negra no es un género que yo lea o me apasione pero, con la lectura de este libro se me ha abierto una nueva línea de sensaciones a las que, espero, no tardaré en regresar.

 

 

lunes, 24 de octubre de 2016

MARIA DUEÑAS.


   MARIA DUEÑAS.

 


   Nacida en Puertollano, Ciudad Real, en 1964, divide su tiempo entre ser novelista y profesora en la Universidad de Murcia. En 2009 logró un gran éxito con su obra debut El tiempo entre costuras, galardonada con el Premio  Ciudad de Cartagena de Novela Histórica y que ha sido adaptada por Antena3 en formato serie. En 2012 volvió a conseguir una gran relevancia con Misión Olvido, y en 2015 certifica su éxito con La templanza, que continúa en la línea histórica de sus predecesoras y que, si los datos no son erróneos, Atresmedia Televisión quiere convertir en otra serie.

 

   LA TEMPLANZA.

 
 
 


   En Ciudad de México, en la época en la que gobernaba Juárez, Mauro Larrea es un empresario minero que ha perdido de golpe toda su fortuna, lograda a base de pelear desde que era un niño en el fondo de una mina, por un infortunio derivado, entre otras  cosas, por la guerra norteamericana entre el norte y el sur.

   Afligido por la pena y angustiado por las deudas, emprende una carrera al sprint que le sumergirá en situaciones inverosímiles, peligrosas y que sacaran lo peor de él. Se verá arrastrado, por los designios del destino, a lugares remotos y alejados de su hogar donde encontrará respuestas a preguntas que anidan en sus pensamientos.

   Desde Ciudad de México, pasando por La Habana colonial, las Antillas o el Jerez de la segunda mitad del siglo XIX, donde el comercio de vino con Inglaterra ha convertido la ciudad en el centro cosmopolita de Andalucía, Mauro Larrea irá conociendo los misterios de la vida disfrazados de sinsabores, angustias y ciertas dosis de romanticismo.

   Con una colección de personajes variopintos, encabezados por el propio Larrea, nos encontraremos con individuos insulsos que apenas evolucionan, porque aparecen en contadas ocasiones en la narración o  porque la autora no tiene a bien darles más protagonismo,  o con actores que llenan con su presencia y descripción cada escena, siendo las mujeres las que toman la delantera en esta ocasión dejando, salvo en contadas ocasiones, a los hombres en segundo plano.

   Imágenes descritas con un sencillo toque señorial, recreando el ambiente y la atmósfera de la alta sociedad donde transcurre gran parte de la vida de Larrea, que nos transportan a un tiempo donde el lujo y la buena vida era privilegio de unos pocos, y donde el luchar para sobrevivir era feudo de la mayoría.

   Con ritmo pausado, sin alteraciones y sin aspavientos literarios, seremos testigos de una dulce narración  que nos irá asombrando, poco a poco, con el desarrollo de la historia, hasta que, completos por la lectura de esta obra, lleguemos al final de la misma.

   Natural desde el inicio y con el orden propio que la autora le da sus libros, La templanza, es una gran historia de superación que no dejará indiferente a nadie.

viernes, 14 de octubre de 2016

El caminante de la sombra 3.


   La muchacha permanecía tumbada en la cama, desnuda y cubierta a medias por la sábana. Su pelo se desparramaba por la almohada llenándola del color rojo de su larga melena. La sonrisa, plena y placentera, mostraba en su rostro una imagen de felicidad sin límites.

—¿Quién eres? —me preguntó al terminar.

   Mis ojos recorrieron su preciosa mirada verde y se vio reflejada en ellos para descubrir un sentimiento enterrado demasiado tiempo atrás. Un lapso que no puedo recordar.

—No importa quién sea yo —Y la besé.

   No hubo lugar a más. La pasión nos poseyó convirtiéndonos en una masa informe de posiciones, golpes y embestidas. De sudor, deseo y entrega desenfrenada. De amantes hambrientos del sexo más sucio y duro hasta conseguir una explosión de placer al final de aquel encuentro.

   A los pocos minutos ella dormía satisfecha y radiante.

   El ritual daba comienzo.

 

   Horas después, arropado por la seguridad de las sombras del amanecer, caminaba de regreso a la morada que en cada jornada me ve retornar con el semblante mustio, gris, apagado…para recogerme entre sus brazos y acunarme despacio hasta que los recuerdos vuelven a disiparse, consiguiendo así que todo vuelva el inicio

   Los primeros rayos del día asomaban de manera muy tímida por encima de los altos edificios, lo que provocaba extensas protecciones para un espíritu solitario que no desea ser visto, cuando al llegar a la esquina de una calle algo hizo que pausara mi paso hasta detenerme en junto a un banco. Me acomodé mirando a la gran avenida de tres carriles esperando algo que no sabía definir. Cinco minutos más tarde el ronroneo de un coche acercándose despacio rompió el silencio de aquella amanecida y capturando mi atención. Al circular a velocidad tan reducida pude ver a su conductor y se me heló la sangre.

   Era ella. No sé cómo podía saberlo pero era ella.

   El tiempo pasó tan despacio que pude contar los rizos de su largo pelo castaño. Observar el color rojizo de sus cansados ojos verdes con motas marrones. Escuchar el sonido de su respiración agotada y de comprobar el hastío de su alma por una búsqueda infructuosa.

   Un momento de segundos que se convirtió en minutos. El sol detuvo su salida y las tinieblas su retirada. El pulso de mi corazón sonaba en el eco de un acantilado de sensaciones cuando su mirada se posó en mis ojos y no me vio, pero dejando un poso en mi alma imposible de remediar.

   Cuando me hube incorporado del banco el coche ya no estaba. Había más luz y la vida en la ciudad comenzaba un día más su aburrido trasiego.

   ¿Cuánto tiempo había estaba absorto en aquella posición? ¿Había sido ella consciente de mi existencia o la oscuridad me había ocultado a sus ojos? No tenía respuestas para ninguna de las decenas de preguntas que me asaltaban, pero de una cosa si estaba seguro, ella sería la que pondría final a esto, a mi castigo eterno.

   Apresuré mi caminar y en poco tiempo llegué a mi cueva. Sabía que pasadas las horas volvería a olvidar, primero a la espectacular chica pelirroja y, muy a mi pesar, a la mujer del coche después. Aunque esta vez estaba decidido a no olvidar a la segunda. Debía encontrarla, fuese como fuese…y tomé una decisión.

   Busqué y encontré un cuaderno. Me describí los pasos, que comenzaban a viajar fuera de mi cabeza, de toda la noche. Como conocí a la pelirroja, como hicimos el amor y contando, también al detalle, el ritual. Me narré el camino que seguí desde la casa de ésta hasta el cruce y el encuentro con la mujer del coche. Anoté el color del mismo, la marca y modelo. Recité hasta el más mínimo detalle de su cansado rostro y los sentimientos que invadieron mi razón al contemplarla. Hasta que ya no recordé nada más.

   Esta es mi caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 

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STEPHEN KING


   STEPHEN KING.

 


   No hay palabras para describir la obra de este maestro del misterio, autor de más de cincuenta best sellers internacionales, que ha sido galardonado con la medalla del National Book Award Fundation for Distingued Contribution to American Letters en 2003, nombrado Gran Maestro de los Mysteris Writers of America en 2007 y que su novela 22/11/63 fue elegida por The New York Times book Review como la mejor novela de 2011 y por Los Ángeles Times como la mejor novela de intriga del año.

   Con una producción literaria espectacular, es considerado uno de los grandes del terror, generando miedo a generaciones de diferentes décadas y no dejando de innovar pues con Mr Mercedes y la más reciente Quien pierde paga, se adentra en el género policiaco.

 

   DOCTOR SUEÑO

 
 
 


   En el universo King hubo un libro que marcó una época, El resplandor, ambientada en un lugar solitario, en una estación invernal y entre unas montañas heladas.

   Años después del episodio que vivió Danny Torrance, un niño aterrorizado por la presencia psicópata de su padre y las visiones terroríficas que le cambiaron la vida en el  Hotel Overlook junto a su madre, regresamos al mundo extraño que gira alrededor de él.

   Ahora, pasado el tiempo, es un adulto alcohólico que vaga por las ciudades sin permanecer mucho tiempo en un mismo lugar. Sigue viviendo atormentado por sus visiones las cuales ha aprendido a controlar pero no a eliminar.

   Un día llegará a una ciudad de New Hampshire y todo “girará” otra vez. Encontrará trabajo en una residencia y conocerá a diversos personajes entre los que destacará Abra Stone, una niña con un poder similar, incluso superior, al suyo que necesita ayuda.

   Se verá inmerso en una lucha sangrienta contra un grupo de personas que buscan, capturan y sacrifican a gente como ellos, sobre todo niños.

  

   Hipnótica desde  el principio, serás arrastrado a una vertiginosa e imposible aventura por la supervivencia, con personajes al más puro estilo King, es decir, oscuros, con dificultad para socializar con el resto del mundo, llenos de secretos, miedos y dudas. Con el destino marcado en un futuro que ellos no desean y obligados a enfrentarse a los problemas teniendo que aliarse para salir adelante.

   Una historia plagada del detalle descriptivo del autor, que es una de sus marcas de la casa,  que nos hace ver tanto el paisaje que estamos contemplando como los sentimientos que atraviesan la mente de aquellos a los que acompañamos. A veces visceral a veces nostálgico, el ritmo lo va marcando la propia narración y, una vez introducidos en el escenario ya solo podemos correr hacia delante, hasta el final.

   Stephen King lo ha vuelto a lograr, una vez más, nos asombra con su narrativa llena de misterio, oscuridad y maldad a partes iguales, guiándonos en un viaje de vuelta a las pesadillas de Danny Torrance y a los pasillos del Hotel Overlook para trasladarlas a la vida de una niña y sus terroríficas visiones.

 

   Una gran vuelta al ambiente  opresivo y persecutorio de El resplandor el que Stephen King consigue con Doctor Sueño y que, si eres o no seguidor, del mismo te encantará.

 

 

  

martes, 4 de octubre de 2016

El caminante de la sombra 2



   Cuando el amanecer comienza a dar sus primeros pasos mi alma va de regreso a su agujero. En mi cabeza se registran las imágenes de una noche más que olvidaré al dormir para, al despertar en los albores de otro ocaso, comenzar con la liturgia de cada jornada.

   Los recuerdos de esta madrugada aún no se han mezclado con los viejos, por eso todavía siento el perfume de esa chica rubia, el sabor de sus labios o percibo el erizar de sus cabellos.

   Todo comenzó al salir de aquel agujero infecto al que me veo obligado a asistir cada vigilia, como si fuera el inicio de una liturgia o ceremonia inicial con la cual mi alma oscura despierta. Caminé por la acera observando a la gente. Contemplando a las parejas felices, a las familias despreocupadas y a los individuos solitarios que, ajenos a todo lo que no fueran ellos mismos, disfrutaban de las delicias que ofrece el ambiente colorido y luminoso de la desconocida vida nocturna.

   Llegué al umbral de un local famoso; tanto, que la fila para acceder al mismo daba la vuelta a la manzana. Recorrí la hilera viendo rostros de todo tipo, decidiendo quien sería esta noche mi compañía. Mujeres bellas y hombres esbeltos, de cabellos rubios, morenos, castaños y pelirrojos. Ataviados a la moda con escasos vestidos, altos tacones, pantalones estrechos y camisas desaliñadas a conciencia. Peinados de mil maneras distintas y pensamientos alejados de cualquier problema.

   Y decidí que sería ahí.

   No recuerdo el momento exacto en el que entré en el local, lo que sí sé es que no esperé la columna de gente para hacerlo. Bajé por las escaleras en forma de caracol para llegar a un descansillo donde una oxigenada y escotada rubia guardaba los abrigos en un ropero. Seguí descendiendo hasta llegar a la entrada a la sala donde el elevado volumen de la música hacía que las personas que ya estaban allí dentro, tuvieran que hablar a gritos.

   Me abrí paso hasta una de las barras situadas en uno de los rincones de la enorme discoteca. Pedí una cerveza y caminé entre la gente. Observando. Eligiendo.

   En un momento dado me encontré frente a una zona oscura de sillones en los que ya había parejas sentadas. Me fijé en una de ellas. El subconsciente ya había elegido. Caminé hasta ellos y me senté al lado de la chica. Al principio no se percataron de mi presencia ya que la discusión que mantenían no les había distraído de mi llegada.

   No me interesaba nada en absoluto lo que estuvieran discutiendo, solo estaba allí para una cosa. De pronto el chico se levantó furioso y abofeteó a la muchacha sin miramiento. Nadie hizo nada. Nadie miró. Nadie salió en su ayuda.

   La puerta se había abierto.

   Me levanté y le arrastré por la sala hasta las escaleras. La gente se apartaba pensando que era un puerta sacando a algún liante. La muchacha corría llorando detrás de nosotros. Cuando salimos a la calle el revuelo que se originó al vernos aparecer, me permitió alejarme lo suficiente para que nadie me viera bien. Dejé al tipo tirado en el suelo inconsciente y me llevé a la joven que, una vez que le había dejado allí, le propinó dos patadas y algunos insultos.

   Paseamos agarrados de la mano durante un tiempo indefinido hasta que llegamos a un portal. “Sube”, me dijo.

   La puerta se cerró.

   Ahora camino de regreso a mi cueva con la conciencia vacía. Los recuerdos comenzarán a mezclarse con otros una vez entre en el reino de los sueños. No podré hacer nada pues, cuando el anochecer vuelva a nacer, todo volverá a empezar.

   Esta es mi caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 

   “¿QUÉ SUCEDE EN LA NOCHE?

   Desde hace algún tiempo están aconteciendo cosas raras en las madrugadas de la ciudad. Personas desaparecidas y sucesos inexplicables. Un personaje oscuro al que ninguna persona ha visto o puede describir. Una cadena de extraños desvanecimientos, todos ellos femeninos, que nadie puede resolver, incluidos los cuerpos de policía estatales, están sembrando de incertidumbre el ambiente nocturno.

   ¿Qué sucede a la caída de la tarde? Ningún responsable sabe, quiere o puede responder a este periódico acerca de este “misterio” pues, aunque parezca mentira, nadie parece encontrar una explicación razonable a la desaparición de estas mujeres.

   La persona que se esconde tras estas líneas no parará hasta hallar la verdad que quieren ocultar a la sociedad. Por que algo está ocurriendo y el silencio es la única respuesta…”

    

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LEÓN TOLSTOI.

                                                                       
                                                                                

                                                                               
   LEÓN TOLSTOI.

   Era conde y se llamaba Lev Nikoláievich Tólstoi. Nació en 1828 un 9 de septiembre y falleció de neumonía el 20 de noviembre de 1910 en el Imperio Ruso. Padre de trece hijos y de múltiples ocupaciones, era escritor, dramaturgo, filósofo, novelista, esperantista, escritor de literatura infantil, pedagogo, diarista y guionista, fue considerado el defensor del Realismo literario del que sus famosas obras Guerra y Paz, Anna Karenina y resurrección, son valoradas en la cúspide de este género. Sus ideas de la “no violencia activa”, expresadas en un libro como El reino de Dios está en vosotros, inspiraron a personajes como Gandhi y Martin Luther King.

 

 

   LA MUERTE DE IVÁN ILICH Y OTROS RELATOS.

 

   -LA MUERTE DE IVÁN ILICH  (1886).

   Sobrecogedora agonía de un enfermo desahuciado que pasa sus últimos días sumido en dolores de cuerpo y alma. Rodeado de familiares que antaño amaba y que en esos momentos detesta, contemplará el paso de su vida hasta encontrar la razón de su existencia y poder dejar en paz el mundo.

 

   -EL PADRE SERGIO (1890).

   Dotado de un profundo sentido de la profesionalidad y con la ambición de ser el mejor allá donde esté, el protagonista de este relato tendrá que convivir con sus éxitos y sus pecados, originados estos por su enorme orgullo, que le llevarán a tener que entenderse con sus miedos y que le convertirán primero en monje y después en mártir, llegando la gente a considerarlo un santo.

 

   -DESPUÉS DEL BAILE.

   Descripción desgarradora, del protagonista del relato, que narra el excelso enamoramiento sufrido por su persona con respecto a una dama, hija de un Coronel, durante un baile ofrecido en casa de este último. El dolor soportado por no tenerla entre sus brazos y la felicidad desbordante al bailar con ella siendo así correspondido.

   Pero todo en esta vida cambia en un instante y los delirios de amor se convertirán en angustiosa repulsión al observar, por accidente, una realidad distinta en la mañana posterior al baile.

   Tres magníficos relatos de uno de los grandes escritores de la literatura mundial.

 

 
 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El caminante de la sombra.


   Tan solo se oye un siseo en el silencio ahumado de este asqueroso y oscuro cuchitril. El olor a tabaco acumulado durante horas es el perfume que envuelve a los cuatro desechos que hemos venido a vanagloriarnos de nuestra mísera existencia. No hay voces, lamentos o lloros. Solo miradas perdidas en la inmensidad de un infinito desgraciado que el destino nos ha adjudicado. Somos almas vagabundas olvidadas en las sombras. La nada desechable. Escoria social de un mundo que nos considera parias prescindibles.

   Por eso hay silencio.

   Desde mi rincón al fondo del sucio local, sentado en un rajado e incómodo sofá, observo a la camarera servir copas a pozos sin fondo. No le importa lo más mínimo sus vidas, existencia o problemas pues, viendo su aspecto de ex adicta, tiene bastante con los suyos.

   Levanto la mano y señalo mi jarra vacía de cerveza para que la sombra de mujer guapa, que una vez pudo haber sido, me sirva otra. Será la tercera. No importa. Ya nada importa.

   La veo colocar la jarra con desgana bajo el grifo y dejarla allí hasta que se llena, mientras sirve otra consumición a un obeso camionero. Contemplo cómo la vacía un poco y la vuelve a llenar inclinándola para darle fuerza. La deja sobre una bandeja junto a un plato de cacahuetes que, seguro, estarán rancios. Camina hasta mi posición, deja la jarra, el plato lleno y se lleva los vacíos. Después se aleja sin haberme mirado una sola vez.

   Suenan los primeros acordes de una canción que me transporta a mi realidad. A mi verdad. Aquella que pudo haber sido y no fue por la simple razón de la ignorancia. Una lágrima asoma en mis ojos cuando Bunbury entona las primeras letras de Oración y Valdivia puntea, con su estilo, la guitarra.

   Me desgarro.

   Pierdo el tiempo pensando en lo esencial que a veces dejo pasar. ¡Cuántos instantes he ignorado ya capaces de haberme cambiado!

   Salgo de la neblina de mi mente y me veo sentado ante una imagen que permanecerá allí por siempre. Su mirada. Su sonrisa. Su voz…la misma que escucho sin cesar en mi cabeza desde tiempos inmemoriales. Los recuerdos invaden mis sentidos atacando las endebles fuerzas que me quedan. Las barreras caen cuando, aún, percibo su aroma.

   La voz de Bunbury se desliza por el denso ambiente del agujero donde estoy pasando mis últimas horas antes de volver al comienzo. Antes de que la noche comience a desmadrarse allá en las calles. Antes de que mi maldición reinicie la agonía que ha de ser mi castigo.

   “Y no hay oración capaz de decidir por mi ¡Oh señor!, no queda otra opción y jamás me vuelvo a arrepentir”

   La jarra vuelve a estar vacía. Miro a la camarera que enseguida entiende mi gesto y coloca otra en el grifo. Ahora ya no es tiempo de oraciones, pues la salvación no es para mí.

   Siempre hay una disyuntiva ante la cual siempre hay que elegir, no queda otra alternativa, rápidamente hay que decidir”

   Llega la cuarta ración de cerveza donde ahogar mis entrañas. Donde olvidar las apuestas, los caminos y los recodos elegidos. El elemento en el que desaparecer antes de que el solo de guitarra me obligue a beber de un trago lo que queda de ella. Antes de que los agónicos lamentos del final de la canción, me vacíen de sensaciones por otra noche.

   No sé quién será esta vigilia. Nunca lo sé.

   Dejo la mesa entre los inicios de otra mortecina canción de un grupo que no quiero recordar. Le tiendo un billete de veinte a la camarera y me marcho sin esperar la vuelta. Nunca lo hago.

   En la puerta del garito, situado en el rincón de una desahuciada calle, enciendo un cigarro. Camino hasta la esquina y me detengo allí. Contemplo, estudio y elijo a aquella alma que, si no lo remedia nadie, hoy me acompañará en mi camino maldito. En el castigo eterno que he de cumplir para liberar mi espíritu. En la disyuntiva que yo elegí tiempo atrás.

   Soy uno de muchos. Una sombra en la oscuridad. Y como dice el final de la canción de Héroes del silencio: “…y jamás me vuelvo a arrepentir”

   Ahora empieza la caza. Una noche más. Un poquito más cerca. Ella me espera y la voy a encontrar.

 
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Emilio Bueso.


Castellonense de 42 años, este autor ganador del Premio Domingo Santos de Relato (2009), del Nocte de Relato (2011), del Celsius de Novela (2012 y 2013) y del Premio Nocte de novela 2015, a los que hay que sumar media docena de premios como finalista en esos mismos certámenes, es considerado un gran escritor de género.

   Ingeniero de formación y narrador por vocación, sus historias nos trasladan a ambientes oscuros y personajes peleados con la sociedad, a un ritmo constante, decadente e hipnótico. Grandes aventuras umbrosas y terroríficas llevadas con elegancia.

   Su obra comienza en 2007 con Noche cerrada (Verbigracia), para continuar con Diástole (Salto de Página 2011), Cenital (Salto de Página 2012), Esta noche arderá el cielo (Salto de Página 2013) y Extraños Eones (Valdemar 2014), para completarse con Ahora intenta dormir (Valdemar 2015), que es una colección de los relatos del autor desde sus inicios.

   En esta toma de contacto con el autor vamos a comentar tres de sus obras que son, a la postre, las que han caído en las manos del que suscribe estas palabras y que no ha podido, aún, hacerse con las demás. El recorrido empieza con…
 
 

 
 
 

   -DIÁSTOLE (2011):

   Jerôme es un pintor caído en desgracia debido a su adicción a las drogas y al desapego que tiene para con todo y todos los que le rodean. Una noche recibirá el encargo de pintar a Iván, un misterioso caballero con un pasado turbulento y ajetreado, que iremos conociendo con el transcurrir de las sesiones de pose.

   Se iniciará entre ellos una extraña relación que creará un profundo cambio en la mentalidad de Jerôme y que le guiará, de manera irremediable, a un destino oscuro y terrorífico que jamás imaginó.

   Ambientada entre las paredes de una mansión rodeada de misterio y oscuridad, los días que el pintor acude a las sesiones se van convirtiendo en vertiginosas carreras por terminar y salir de allí.

   Sorprendido ante mi desconocimiento del autor, es la primera obra suya que cayó en mis manos, he de reconocer que la facilidad para leerla, sumada a la sensación de reserva y el ambiente enigmático del relato, hicieron de su lectura una delicia que me supo a poco.




   -CENITAL (2012):

   Destral, cansado de contemplar la decadencia de la sociedad gracias a su trabajo becado en una organización gubernamental “que no existe”, emprende una iniciativa para salvar a la humanidad de la desaparición a la que se ve arrastrada creando y construyendo una ecoaldea junto a otros desencantados de la sociedad.

   Pasado el tiempo, y cuando la gente ha visto cumplida la profecía del fin de la civilización, unos pocos sobreviven gracias a su trabajo con cultivos y ecosistemas. Aunque no todo el mundo vive en paz.

   A las puertas de la aldea de Destral llegará un día una realidad que demostrará la verdadera esencia de los seres humanos arrastrados al inicio de la historia y a luchar por vivir.

   Impresionante esta segunda toma de contacto con la narración de Emilio Bueso que, además de robarme incontables momentos de serenidad, me ha transportado a unos escenarios increíbles y a unas escenas sorprendentes en todos sus aspectos.




 
 

   -ESTA NOCHE ARDERÁ EL CIELO (2013)

   Mac es un motero que vive para las motos y que posee un taller de reparación de las mismas. Un día recibe la llamada de Perla, un antiguo amor de cuando viajaba por las carreteras del mundo, que le pide ayuda para huir de su marido.

   Sin pensarlo dos veces emprenden  una carrera que les llevará al final de la Transtaiga, una carretera larga y solitaria del norte Canadiense de más de seiscientos kilómetros y que acaba, de pronto, en un embalse abandonado.

   Allí encontrarán lo que no buscan pues contemplan el accidente de un avión, son capturados por unos contrabandistas y, a su vez, son vigilados por el horror más oscuro y sanguinario que se oculta en la noche de esos parajes.

   Escalofriante e hipnótica desde el inicio, esta tercera obra que aquí comentamos, te atrapará sin cesar hasta el final, llevándote por una cascada de sensaciones a lomo del suspense, el terror y la agonía contada con la incertidumbre de no saber que va a ocurrir a continuación.

 

   A falta de leer, y comentar, Noche cerrada, Extraños Eones y Ahora intenta dormir, no hace falta decir que si nos has leído nada de Emilio Bueso, estás tardando.

martes, 13 de septiembre de 2016

Reiniciando el viaje.

Hace ya algún tiempo, algo más de dos años, decidí dejar de adentrarme en este mundo literario por causas que no vienen al caso y hoy, tanto tiempo después de aquello y de meditarlo de manera paciente, he resuelto retomar mi afición de escribir. Así que he abierto una nueva página en solitario, pues mi anterior socio, Toluuuu, esta inmerso en demasiadas cosas y tareas como para que la vida le dé para más, aunque no os extrañe que alguna que otra vez se asome por aqui con alguna colaboración ya sea en forma de reseña o de relato. Por que si, en esta nueva andadura no solo voy a reseñar libros, cosa que me encanta, si no que en alguna que otra ocasión, dejaré algún relato de cosecha propia. Una vivencia o visión, una historia larga o un cuento mínimo, cualquier cosa que de mi cabeza salga. Seréis bienvenidos y recibidos con abrazos. En esta pequeña habitación solo hay un sofá individual algo gastado, una estantería vacía que se irá llenando con el tiempo y un amplio espacio donde dejarse llevar a mundos de otra época, universos paralelos, lugares fantásticos, terroríficos o de cualquier índole que podamos imaginar. Hay cerveza en la pequeña nevera. Comida rápida en el microondas. Sentémonos y reiniciemos el viaje. Gracias por venir.